Lo incalculable - Juanma Navarro Martín

Solamente puedo ser responsable de mis pensamientos, a los cuales doto de poder cuando los elijo como míos y los afianzo con mis juicios, y que determino y refuerzo desde mis creencias. Ningún otra naturaleza de expresión puede hacerme feliz o infeliz, cuerdo o loco.

Tener la sensación foránea de no gustar, de no agradar, e incluso de no ser aceptado, trajo consigo el desplome de mis intentos por cuajar de alguna manera en el mundo. A día de hoy aún queda esa parte íntima y desnaturalizada que pide comprensión y afecto. Tal vez las letras enjaulen ese momento de inadaptación que busca aprobación. De ahí que me exija llegar a ustedes desnudándome a mí. Será porque intuyo que mí desnudez es la suma de todas las almas que se sienten lastimadas. Será que cuando uno se vuelve hacia su raíz encuentra la de los demás, los cuales toman de la misma fuente para volver a conocerse recordando que extraño y extraordinario Ser son.

No sé, pero aunque mis revuelos internos topen con las paredes de unas cavilaciones y sus aparentes límites, mi aceptación al igual que la ustedes pasa por reconocernos entre lo distinto del comportamiento, la religión, la cultura, el carácter y la apariencia, para sentirnos y explorarnos iguales en el contenido único de nuestra existencia en la Unidad.

Todo es muy confuso para el cálculo de lo incalculable, para la mente que se ignora y se inventa mundos y universos a los que viajar. Por eso desde el espacio en que te aceptas y te permites aceptar dejas de honrar al dividendo y al obstáculo en el que nos sentamos para intentar desmigar el Cielo con juicios y acusaciones invidentes, y que son evidentemente incoherentes para verdad que tratan de ocultar tras el fantasma de la personalidad y su escuálida razón, la cual es arrastrada como una pesada cadena.